sábado, 2 de abril de 2011

Capítulo 8.0. Fiebre antivacunas.

Las vacunas constituyen una importante herramienta para combatir enfermedades infecciosas al poner a trabajar nuestro sistema inmune en la génesis de anticuerpos que servirán como barrera contra la invasión de bacterias y virus. Desgraciadamente, y a pesar de que su eficacia ha sido comprobada multitud de veces (algo que veremos más adelante), se empieza a poner cada vez más de moda no vacunar a los hijos y optar por las múltiples terápias ahora existentes algunas de las cuales ya hemos hablado, como por ejemplo, la homeopatía. Algunos pensarán que uno es libre de vacunar, o no, a su hijo. Sin embargo, hay que decir que la seguridad colectiva empieza por el individuo y si el individuo, en este caso, no se vacuna, corre el riesgo de transmitir enfermedades a otros individuos. Si no, vean el siguiente ejemplo: "Una comunidad religiosa anti-vacunación genera una epidemia de paperas en Canadá (2008)"

Indiscutible efectividad.

Sí, es indiscutible que tras la popularización de las vacunas y la vacunación de medio mundo, la tasa de mortalidad entre niños y ancianos se ha reducido drásticamente. Se estima que la vacunación evita 3.000.000 de muertes al año en todo el mundo y 750.000 niños son salvados anualmente de sufrir algún tipo de discapacidad (OMS, 2001). Entonces, si tan nefastas para el organismo son estas prácticas, según sus detractores, ¿No sería lógico que en vez de reducir, aumentara la tasa de mortalidad infantil?

Es propio de un discurso anti-vacuna el decir que antes de que se introdujeran las vacunas ya estaban disminuyendo las enfermedades, llegando a la conclusión de que no son necesarias. El siguiente gráfico no aporta suficiente evidencia para respaldar tales afirmaciones:


Como cualquier medicación, las vacunas tienen contraindicaciones o efectos adversos frecuentes y considerados normales, como un simple hinchazón, manchas en la piel, un ligero dolor en la zona de la inyección, o fiebre. Aunque tambien hay casos de muerte, pero nada frecuentes. Lamentablemente, donde más se han criticado las vacunas y donde más medios se han centrado es en este punto, no dándose cuenta de que la pérdida es insignificante, en comparación con las pérdidas que habría en caso de no vacunarnos.

Pero, mi hijo no está vacunado y está muy sano.

Su hijo está sano gracias a que hay otras madres/padres que sí vacunan a su hijo. Si por algún motivo, una gran parte de la población dejara de vacunar a su prole y su prole a su prole... la proliferación de nuevas enfermedades y la reaparición de enfermedades casi extiguas sería un grave problema de índole mundial.

A raíz de este razonamiento, se llega a la conclusión que, aunque una enfermedad esté prácticamente extinguida en una zona, es cuestión de dejar de vacunar a la población para que vuelva a reaparecer.

Hasta el momento se han erradicado dos enfermedades, viruela y rinderpest. Se está combatiendo la poliomelitis, aunque está costando lo suyo.

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