lunes, 25 de abril de 2011

Capítulo 2.7. Pseudociencias - La "ciencia" de la creación y el «diseño inteligente».


“En el poder del niño para dominar la tabla de multiplicar hay más santidad que en todos sus gritos de «amén», «aleluyas» y «ohsanas». Una idea es un monumento más grande que una catedral y el adelanto del conocimiento del hombre es mayor que un milagro de palos convertidos en serpientes o de la separación de las aguas.”
Henry Drummond, en “La herencia del viento” (El jucio Scopes)

La "ciencia" de la creación. (bonito oxímonon)

Surge en Estados Unidos, cuando un grupo de fundamentalistas protestantes evangélicos decide predicar la Biblia al pie de la letra, es decir, de forma literal. Este grupo, ahora ya muy extenso, afirma que hay que entender la Biblia tal y como está escrita. En consecuencia, y según Henry Morris y Martin Clark en "The Bible has the answer", la evolución no es sólo antibíblica y anticristiana, sino también acientífica e imposible.

Este movimiento cobró gran importancia durante el periodo de entreguerras. En la década de los sesenta, tras la inclusión de la evolución en los libros de texto, el ingeniero civil Henry Moore publicó otro libro, llamado "The Genesis Flood", que se convirtió en la primera muestra del creacionismo científico.

En los años setenta fracasó delante del tribunal el intento de prohibir la evolución en la enseñanza escolar. Pero lejos de darse por vencidos, los creacionistas decidieron que si no se les permitía censurar la evolución, al menos se les permitiría enseñar el creacionismo al mismo nivel que la evolución. En la actualidad un buen número de colegios e institutos de Estados Unidos enseñan la evolución y el creacionismo juntos.

Sin embargo, fuera de toda duda, no es ciencia. La ciencia no toma un libro escrito hace 2.000 años y lo eleva a la categoría de verdad absoluta sin antes hacer un examen previo y comprobar que lo que está escrito tiene algún sentido dentro de lo que entendemos por conocimiento. Y aunque pasara todas las pruebas de escrutinio, tampoco sería una verdad absoluta. La ciencia no es estática y sus conocimientos no son absolutos, ya que se cuestionan constantemente, pues de momento, es la mejor forma de corregir los errores de la falibilidad humana. Un científico debería estar dispuesto a tirar por tierra la teoría a la que dedicó su vida, a cambio de avanzar un paso más en el conocimiento y establecer que su teoría no era convincente dando paso a nuevas hipótesis e ideas mucho más plausibles. Es una muestra de honradez intelectual aceptar que uno está equivocado, pues de otro modo, no se avanza.


El «diseño inteligente»

Un argumento muy común de la ciencia de la creación es que somos una máquina con un diseño perfecto, el cual nos ha dotado de órganos poderosos en cuanto a su función, y se suele equiparar el ojo con la máquina perfecta por excelencia. Con esto, se concluye que el universo por si solo no pudo haber creado tal grado de perfección y que es necesaria la acción de un ente supremo, coloquialmente llamado Dios, para acabar bien el trabajo.

Tras un ligero examen de este argumento, resulta contradictorio pensar que el ser humano pueda ser una máquina perfecta. De hecho, su imperfección es un indicio de la evolución.

Bonus:
http://www.docuciencia.es/2009/09/richard-dawkins-el-relojero-ciego/

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