martes, 3 de mayo de 2011

Capítulo 9.0. La importancia de una buena educación.

La educación es un carácter adquirido sin el cual la raza humana posiblemente no hubiera sobrevivido. Transmitir el conocimiento de generación en generación es lo que nos ha permitido aprender de los errores y sobrevivir como especie, dada nuestra capacidad para comprender el mundo que nos rodea y nuestra insaciable ansia de saber más y más.

Uno de los objetivos de la educación es formar a la persona como un ser social y con conocimientos para estar a la altura de los acontecimientos de la vida cotidiana y no tan cotidiana. Otro es orientar a la persona hacia prácticas que se le den bien y le gusten, siempre y cuando no sea destructivo para la misma persona o alrededores, a fin de que en un futuro pueda utilizar sus habilidades para conseguir un trabajo.

Bien, dejando a parte todo este rollo, me gustaría hacer incapié en las escuelas, puesto que es donde la mayoría de personas se han educado, se están educando y se educarán.

Déjenme mostrarles algo curioso:

Aula del año 1953

Aula actual

Vaya, parece que no hay muchas diferencias. Excluyendo los profesores, los alumnos y algunos nuevos y más modernos utensilios, por lo general las aulas siguen igual que antes. El objetivo de los colegios antiguos, digamos los que precedieron la Revolución Industrial, perseguían un único fin: dotar de conocimientos básicos a los futuros trabajadores industriales. Debido a esta orientación, las materias que se impartían eran también básicas: lenguas, ciencias y educación física. Por tanto, tenemos a unos alumnos, recién salidos del cascarón, memorizando contenidos que los profesores van recitando. Sin duda, no es una tarea muy apasionante y es comprensible que estos sientan la necesidad de salir de nuevo a la calle para jugar con la comba o con las canicas.

De todas formas, aquella educación era muy adecuada para su época. Los alumnos, al acabar de formarse estaban listos para salir a trabajar y, seguro, encontrarían algún trabajo. Pero volviendo al mundo actual, ¿necesitamos más trabajadores? NO! Lo que necesitamos es más puestos de trabajo y una educación flexible. Hoy en día cuando uno termina el colegio, tiene ante si un mundo de posibilidades, no simples trabajos en una fábrica o en una zapatería, sino opciones de verdad, que requieren de un gran esfuerzo personal y una fuerte voluntad.

Comprendemos que para optar a muchas de estas opciones, previamente hay que pasar por la Universidad y más aún, haber cursado un Bachillerato, aunque también se pueden conseguir resultados similares con cursos y grados a parte.

El problema está en que muchos de los alumnos terminan cada curso sin saber aún qué quieren ser de mayores, o qué quieren estudiar, o qué les apasiona más, etc.. El motivo: su educación básica. Dicha educación no forma a los alumnos en todos los aspectos, puede que la llamen básica, pero sin duda, no es para nada completa. Por ende, el alumno no tiene la posibilidad de probar experiencias nuevas (experimentar) y adquirir una noción de todas las posibilidades que le ofrece la educación y sus capacidades quedan relegadas a un segundo plano, que suele ser extraescolar. El alumno necesita una educación más personalizada, adecuada a sus intereses y a sus capacidades, que le haga especial y creativo, que innove... Muchos niños, no porque sean más tontos o incapaces, tienen dificultades para comprender algunos conceptos desde el primer momento, y para su desgracia, con una clase de treinta alumnos, no es menester del profesor detenerse mucho con banalidades. Otros, tienen miedo de ir al colegio. Según mi propia experiencia, ello se debe a un miedo al fracaso provocado por errores cometidos con anterioridad (en exámenes, corrigiendo actividades, expresándose, etc.). Poco a poco, y con voluntad, el alumno puede volver a ganar confianza en sí mismo, pero es un proceso costoso ya que puede tener leves traumas psicológicos. En ocasiones, durante las clases, algún alumno de mente inquieta levanta la mano preguntando algo que no sale en el libro de texto, como por ejemplo "Profesor, ¿por qué la Tierra es redonda?" a lo que el tutor responde bruscamente: "Porque sí, y ahora copia cien veces «no interrumpiré la clase para preguntar estupideces»". No existen preguntas estúpidas, algo que pasan por alto los profesores que sólo tienen interés por su nómina.

Para facilitar el aprendizaje se necesita un buen ambiente, como una comunidad donde el orden del día no sea un libro, sino las preguntas y dudas que vayan surgiendo, los debates que puedan surgir y la otorgación de premios para los más participativos. Se debe apostar por múltiples desdoblamientos y optativas para el alumno, no sólo las típicas sino optativas como baile, teatro, danza, juegos de estrategia y todo ese tipo de cosas que completan a una persona. Eso es una educación, así es como se aprovecha el talento de los niños, así es como se alimenta la economía de un país...

Tras una larga jornada escolar, el alumno llega a casa, toma un respiro y conecta el ordenador. De pronto, una nube de posibilidades, todas conectadas entre sí, le llevan a algo que de verdad le apasiona y comienza a ver que no todo lo que existe está escrito en su libro y se copia cincuenta veces hasta que se memoriza. A medida que se adentra en ese mundo, la escuela parece cada vez más una pérdida de tiempo, las clases son lentas y aburridas y la voz del profesor parece un disco rayado que no para de repetir una y otra vez conceptos que, pese a memorizar, casi nadie comprende del todo.

Como muy bien dice Ken Robinson, school kills creativity:


ARTÍCULO EN EXPANSIÓN Y OPTIMIZACIÓN...

Fuentes:
-Experiencia propia.
-Conferencia de School kills creativity

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